El 26 de febrero de 1986 llegó a las pantallas japonesas un programa llamado a marcar la infancia de toda una generación. Con la producción de Toei Animation, Dragon Ball es una adaptación del manga (historieta japonesa) homónimo creado por el mangaca Akira Toriyama. Sus distintas etapas y sus personajes son, posiblemente, el producto cultural más importante del país del sol naciente a nivel internacional.
La primera etapa, llamada solo Dragon Ball narraba la infancia de Goku, sus inicios en las artes marciales y el descubrimiento de sus poderes. También fue la llegada de muchos de los personajes protagónicos de la serie, como Krilín, Bulma o Mutenroshi. La serie no llegó a La Argentina sino hasta comienzos de la década del los 90, siendo el inolvidable MagicKids el primer canal en transmitir el programa.
Ahora bien, la explosión definitiva de la saga ocurrió con el estreno de su secuela Dragon Ball Z. Aquí se pudo observar que no fue únicamente el carisma de los protagonistas lo que atraía al público. Eran las luchas contra enemigos cada vez más fuertes, y ver hasta donde alcanzaba el poder de Goku y sus amigos.
Luego del éxito de Dragon Ball Z vinieron otras secuelas que no tuvieron el mismo impacto. Las aventuras y enemigos conocidos en las segunda entrega de la saga serían los realmente míticos para los fans, como Frezzer, Cell o Majin Boo. Durante casi 15 años la franquicia había estado quieta hasta que en 2011 se estrenó Dragon Ball Kai, que dio inicio a una saga de películas y mini series donde se retomaba la historia de Goku.
Los niveles de audiencia de la serie Dragon Ball Super demuestran que la saga posee un número de seguidores muy fieles que siguen pidiendo más contenido. El fenómeno ya abarca a una generación completa que hizo de Goku y sus aventuras parte de su vida. Y seguirá siendo un legado de la cultura japonesa que quedará en la posteridad.