Si existió una figura dentro del gobierno macrista que pareció encarnar el ala dura e intransigente esa fue Patricia Bullrich. Un personaje enigmático que tiene un poder que pocos tienen, sobrevivir a todos los gobiernos y procesos históricos de La Argentina.
Hay poco que no se haya dicho ya de Patricia Bullrich durante los 60. Fue militante montonera, y utilizaba el nombre clave de Carolina Serrano. No vamos a caer en las acusaciones que varios ex montoneros sostienen hacia la Presidenta del PRO, puesto que no podemos sostenerlas desde aquí. No obstante si es interesante como ese fue su trampolín para sobrevivir al retorno de la democracia.
En el libro «una temporada en el quinto piso» de Juan Carlos Torre se narra un histórico discurso de Alfonsín en el balcón de la Casa Rosada, donde el ex Presidente se dirigió a la multitud visiblemente nervioso. Años más tarde contó que un grupo de la Juventud Peronista estuvo gritándole e interrumpiendo durante toda la alocución ¿Quién dirigía ese grupo? Patricia Bullrich.
Luego, en los tiempos de Carlos Menem un contacto clave la acercó al poder nuevamente. El gobernador Saadi de Catamarca lo acercó al Presidente, así se hizo un lugar en el gobierno donde todos la llamaban «la piba». Pero no sería ahí donde vivió uno de sus momentos notables.
En 1999 llegó al gobierno de la mano de Fernando De La Rua, donde ocupó el cargo de Secretaría de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, y más tarde Ministra de trabajo. Allí fue de las férreas defensoras de una gestión que se prendió fuego con el tiempo.
No obstante, no fue su final, y logró instalarse dentro de los espacios de oposición contra los gobiernos Kirchneristas. Allí fue varias veces diputada por el PRO, hasta llegar a nuestros días.
Hoy en día se autoproclama como la líder de los halcones de Juntos por el cambio. La línea dura que aplaude e incita la represión en Jujuy, y que promete palos para cualquiera que se oponga a un posible gobierno suyo. Cosa que ya hizo durante su gestión como ministra de seguridad. En ella podemos ver un tendal de muertos y heridos. Recordar solamente a los Santiago Maldonado o Rafael Nahuel.
Hoy en día es la máxima esperanza de quienes sienten que Macri se quedó corto, y que en esta ocasión la represión y la persecución a opositores no debe dejar a nadie sin golpear.